-Me encantaría conocerlo.
Me di la vuelta y la mire, desconcertado
-¿Cómo has dicho?
-Que me gustaría conocerlo. Parece una persona muy interesante. Siempre me he sentido atraída por gente que muestra esa…, esa pasión por la vida.
-Es una pasión por las monedas, no por la vida-corregí.
-Es lo mismo. La pasión es pasión. Es el entusiasmo entre los espacios tediosos, y no importa hacia dónde valla enfocada -Hundió sus pies en la arena- Bueno al menos la mayoría de las veces; no me estoy refiriendo a vicios.
-Como el tuyo con la cafeína
-Exactamente –Sonrió- Pueden ser monedas o un deporte o política o caballos o música o fe… La gente más triste que he conocido en mi vida es la que no siente una pasión profunda por algo. La pasión y la satisfacción van cogidas de la mano, y sin ellas la felicidad solo es temporal, porque no existe nada que la haga perdurar. Me encantaría ver a tu padre hablar sobre las monedas, porque entonces es cuando ver realmente a la persona en su mejor momento, y he descubierto que la felicidad del prójimo es, normalmente, contagiosa.
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